martes, 4 de marzo de 2014

Rebelión de las masas

REBELION DE LAS MASAS






                                     Comunicación de masas.

             Hombre                                  Hombre Masa             
       ·    Animal Racional.                      Reactivo
       ·   Trascendente.                         Solo piensa en sí mismo.
       ·   Ser social por naturaleza.       No le interesa nada.
       · Inteligencia/ Voluntad.             No tiene pensamiento propio.
       ·  Ser corpeo-espiritual.             Se mueve por factores externos.


El hombre masa necesita que le impongan las cosas. Se basa en su propio pensamiento y ya. Compra entidades, se cree autosuficiente y es reactivo porque no apela a nada.




Como surgen la sociedad de masa: a finales del 1970, es una época de “plenitud”. 

Para la inteligencia del formidable hecho conviene que se evite dar desde luego a las palabras rebelión, masas, poderío social, etc., un significado exclusiva o primariamente político. La vida pública no es sólo política, sino, a la par y aun antes, intelectual, moral, económica, religiosa; comprende los usos todos colectivos e incluye el modo de vestir y el modo de gozar
Aglomeración (lleno): Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos.
Masa social: es siempre una unidad de dos factores: minorías y masas
Minorías: Individuos o grupos de individuos especialmente cualificados
La masa:Es cuando el hombre no se diferencia de otros hombres, formando asi un prototipo genérico. Es un hecho qualitativo, no cuantitativo. Es el conjunto de personas no específicamente cualificadas (el hombre medio); como hecho psicológico, sin necesidad de esperar a que aparezcan los individuos en aglomeración; es todo aquel que no se valora a si mismo-en bien o mal- por razones especiales, sino el que se siente como todo el mundo y, sin embargo, no se angustia, se siente a saber el sentirse idéntico a los demás
Hombre en cuanto no se diferencia de otros hombres, sino que repite en si un tipo genérico.
Formación normal de una muchedumbre implica la coincidencia de deseos, de ideas, de modo de ser, en los individuos que la integran. Se dirá que es lo que acontece con todo grupo social, por selecto que pretenda ser. En efecto; pero hay una esencial diferencia.
Se caracterizan por no ser muchedumbre y masa, la coincidencia efectiva de sus miembros consiste en algún deseo, idea o ideal, que por si solo excluye el gran numero.
Este ingrediente de juntarse los menos, precisamente para separarse de los más, va siempre involucrado en la formación de toda minoría
Imagínese un hombre humilde que al intentar valorarse por razones especiales -al preguntarse si tiene talento para esto o lo otro, si sobresale en algún orden-, advierte que no posee ninguna cualidad excelente. Este hombre se sentirá mediocre y vulgar, mal dotado; pero no se sentirá masa.
Minorías selectivas: cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en sus personas esas exigencias.
La masa presumía que, al fin y al cabo, con todos sus defectos y lacras, las minorías de los políticos entendían un poco más de los problemas públicos que ella. Ahora, en cambio, cree la masa que tiene derecho a imponer y dar vigor de ley a sus tópicos de café. Yo dudo que haya habido otras épocas de la historia en que la muchedumbre llegase a gobernar tan directamente como en nuestro tiempo.
Sentenciar sobre él cuando no coincide con las vulgaridades que este lector tiene en la cabeza. Si los individuos que integran la masa se creyesen especialmente dotados, tendríamos no más que un caso de error personal, pero no una subversión sociológica
La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado.

La aristocracia social no se parece nada a ese grupo reducidísimo que pretende asumir para sí, íntegro, el nombre de sociedad, que se llama a sí mismo la sociedad y que vive simplemente de invitarse o de no invitarse
1. Las masas ejercitan hoy un repertorio vital que coincide en gran parte con el que antes parecía reservado exclusivamente a las minorías
2. Al propio tiempo, las masas se han hecho indóciles frente a las minorías: no las obedecen, no las siguen, no las respetan, sino que, por el contrario, las den de lado y las suplantan.

Las masas sienten apetitos y necesidades que antes se calificaban de refinamientos, porque eran patrimonio de pocos; conocen y emplean hoy, con relativa suficiencia, muchas de las técnicas que antes manejaban solo individuos especializados
Hoy aquel ideal se ha convertido en una realidad, no ya en las legislaciones, que son esquemas externos de la vida pública, sino en el corazón de todo individuo, cualesquiera que sean sus ideas, inclusive cuando sus ideas son reaccionarias
Se quiere que el hombre medio sea señor. Entonces no extrañe que actúe por sí y ante sí, que reclame todos los placeres, que imponga, decidido, su voluntad, que se niegue a toda servidumbre, que no siga dócil a nadie, que cuide su persona y sus ocios, que perfile su indumentaria: son algunos de los atributos perennes que acompañan a la conciencia de señorío. Hoy los hallamos residiendo en el hombre medio, en la masa.

No hay nadie civilmente privilegiado. El hombre medio aprende que todos los hombres son legalmente iguales
Se crea un nuevo escenario para la existencia del hombre, nuevo en lo físico y en lo social. Tres principios han hecho posible ese nuevo mundo: la democracia liberal, la experimentación científica y el industrialismo
Colocó al hombre medio -a la gran masa social- en condiciones de vida radicalmente opuestas a las que siempre le habían rodeado. Volvió del revés la existencia pública. La revolución no es la sublevación contra el orden preexistente, sino la implantación de un nuevo orden que tergiversa el tradicional
El mundo que desde el nacimiento rodea al hombre nuevo no le mueve a limitarse en ningún sentido, no le presenta veto ni contención alguna, sino que, al contrario, hostiga sus apetitos, que, en principio, pueden crecer indefinidamente
Amplitudes que de hecho posee, sino que además sugiere a sus habitantes una seguridad radical en que mañana será aún más rico, más perfecto y más amplio, como si gozase de un espontáneo e inagotable crecimiento
Esto nos lleva a apuntar en el diagrama psicológico del hombre-masa actual dos primeros rasgos: la libre expansión de sus deseos vitales -por lo tanto, de su persona y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Uno y otro rasgo componen la conocida psicología del niño mimado
No les preocupa más que su bienestar, y, al mismo tiempo, son insolidarias de las causas de ese bienestar

Masa es el modo de ser hombre, no tanto porque sea multitudinario, cuanto porque es inerte.
Un hombre de selección, para sentirse perfecto, necesita ser especialmente vanidoso
Por eso el vanidoso necesita de los demás, busca en ellos la confirmación de la idea que quiere tener de sí mismo.
De suerte que ni aun en este caso morboso, ni aun cegado por la vanidad, consigue el hombre noble sentirse de verdad completo.
En cambio, al hombre mediocre de nuestros días, al nuevo Adán, no se le ocurre dudar de su propia plenitud
No hay cultura donde no hay principios de legalidad civil a que apelar.
No hay cultura donde no hay acatamiento de ciertas últimas posiciones intelectuales a que referirse en la disputa. No hay cultura cuando no preside a las relaciones económicas un régimen de tráfico bajo el cual ampararse. No hay cultura donde las polémicas estéticas no reconocen la necesidad de justificar la obra de arte
El más y el menos de cultura se mide por la mayor o menor precisión de las normas
Pero el hombre-masa se sentiría perdido si aceptase la discusión, e instintivamente repudia la obligación de acatar esa instancia suprema que se halla fuera de él.

La rebelión de las masas puede, en efecto, ser tránsito a una nueva y sin par organización de la humanidad, pero también puede ser una catástrofe en el destino humano
Es posible en la historia -lo mismo el progreso triunfal e indefinido que la periódica regresión
Ciencia no existe si no interesa en su pureza y por ella misma, y no puede interesar si las gentes no continúan entusiasmadas con los principios generales de la cultura. Si se embota este fervor -como parece ocurrir-, la técnica sólo puede pervivir un rato, el que le dure la inercia del impulso cultural que la creó. Se vive con la técnica, pero no de la técnica.
 Esta no se nutre ni respira a sí misma, no es causa sui, sino precipitado útil, práctico, de preocupaciones superfluas, imprácticas
Pero las ciencias experimentales sí necesitan de la masa, como ésta necesita de ellas, so pena de sucumbir, ya que en un planeta sin fisicoquímica no puede sustentarse el número de hombres hoy existentes

El de las relaciones entre la civilización y lo que quedó tras ella -la naturaleza-, entre lo racional y lo cósmico
El hombre-masa cree que la civilización en que ha nacido y que usa es tan espontánea y primigenia como la naturaleza
Civilización avanzada es una y misma cosa con problemas arduos. De aquí que cuanto mayor sea el progreso, más en peligro está. La vida es cada vez mejor, pero, bien entendido, cada vez más complicada
El saber histórico es una técnica de primer orden para conservar y continuar una civilización proyecta. No porque dé soluciones positivas al nuevo cariz de los conflictos vitales -la vida es siempre diferente de lo que fue-, sino porque evita cometer errores ingenuos de otros tiempos
Quien aspire verdaderamente a crear una nueva realidad social o política necesita preocuparse ante todo de que esos humildísimos lugares comunes de la experiencia histórica queden invalidados por la situación que él suscita

La forma más contradictoria de la vida humana que puede aparecer en la vida humana es el señorito satisfecho... porvenir, hace temer que ni conserve su altura, ni produzca otro nivel más elevado, sino, por el contrario, que retroceda y recaiga en altitudes inferiores
Porque es un hombre que ha venido a la vida para hacer lo que le dé la gana. En efecto, esta ilusión se hace «el hijo de familia»
Pero el señorito es el que cree poder comportarse fuera de casa como en casa, el que cree que nada es fatal, irremediable e irrevocable... Por eso cree que puede hacer lo que le dé la gana. No es que no se deba hacer lo que le dé a uno la gana; es que no se puede hacer sino lo que cada cual tiene que hacer, tiene que ser
Señorito satisfecho se caracteriza por «saber» que ciertas cosas no pueden ser y, sin embargo, y por lo mismo, fingir con sus actos y palabras la convicción contraria

El especialismo, pues, que ha hecho posible el progreso de la ciencia experimental durante un siglo, se aproxima a una etapa en que no podrá avanzar por sí mismo si no se encarga una generación mejor de construirle un nuevo asador más provechoso
El descenso de vocaciones científicas que en estos años se observa -y a que ya aludí- es un síntoma preocupado para todo el que tenga una idea clara de lo que es civilización, la idea que suele faltar al típico hombre de ciencia, cima de nuestra actual civilización. También él cree que la civilización está ahí, simplemente, como la corteza terrestre y la selva primigenia

En una buena ordenación de las cosas públicas, la masa es lo que no actúa por sí misma. Tal es su misión. Ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada -hasta para dejar de ser masa o, por lo menos, aspirar a ello-. Pero no ha venido al mundo para hacer todo eso por sí. Necesita referir su vida a la instancia superior, constituida por las minorías excelentes
Única cosa que sustancialmente y con verdad puede llamarse rebelión es la que consiste en no aceptar cada cual su destino, en rebelarse contra sí mismo
Este es el mayor peligro que hoy amenaza a la civilización: la estatificación de la vida
La masa se dice: El Estado soy yo, lo cual es un perfecto error. El
Estado es la masa sólo en el sentido en que puede decirse de dos hombres que son idénticos... Pero el caso es que el hombre-masa cree, en efecto, que él es el Estado, y tenderá cada vez más a hacerlo funcionar con cualquier pretexto, a aplastar con él toda minoría creadora que lo perturbe; que lo perturbe en cualquier orden: en política, en ideas, en industria.
La rebelión de las masas es una y misma cosa con el crecimiento fabuloso que la vida humana ha experimentado en nuestro tiempo.

La sustancia o índole de una nueva época histórica es resultante de variaciones  internas del hombre y su espíritu- o externas -formales y como mecánicas.
La pura verdad es que en el mundo pasa en todo instante y, por lo tanto, ahora, infinidad de cosas
Creemos que la razón, el concepto, es un instrumento doméstico del hombre, que éste necesita y usa para aclarar su propia situación en medio de la infinita y archiproblemática realidad que es su vida
hombre-masa, y he hecho notar que su principal característica consiste en que, sintiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores a él
También hay, relativamente, pueblos-masa resueltos a rebelarse contra los grandes pueblos creadores, minoría de estirpes humanas, que han organizado la historia

Si el hombre fuese un ser solitario que accidentalmente se halla trabado en convivencia con otros, acaso permaneciese intacto de tales repercusiones, originadas en los desplazamientos y crisis del imperar, del Poder.
 Pero como es social en su más elemental textura, queda trastornado en su índole privada por mutaciones que en rigor sólo afectan inmediatamente a la colectividad
No hay, pues, nada extraño en que bastara una ligera duda, una simple vacilación sobre quién manda en el mundo, para que todo el mundo -en su vida pública y en su vida privada- haya comenzado a desmoralizarse
Librada a sí misma, cada vida se queda en sí misma, vacía, sin tener qué hacer. Y como ha de llenarse con algo, se finge frívola mente a sí misma, se dedica a falsas ocupaciones, que nada íntimo, sincere, impone.
 Hoy es una cosa; mañana, otra, opuesta a la primera. Está perdida al encontrarse sola consigo. El egoísmo es laberíntico. Se comprende
No se manda en seco. El mando consiste en una presión que se ejerce sobre los demás. Pero no consiste sólo en esto. Si fuera esto sólo, sería violencia.
El egoísmo aparente de los grandes pueblos y de los grandes hombres es la dureza inevitable con que tiene que comportarse quien tiene su vida puesta a una empresa.
Siendo uno el que manda, o hallándose alojado en un mundo donde manda alguien a quien reconocemos pleno derecho para tal función; o mando yo, u obedezco. Pero obedecer no es aguantar -aguantar es envilecerse-, sino, al contrario, estimar al que manda y seguirlo, solidarizándose con él, situándose con fervor bajo el ondeo de su bandera.